jueves, 21 de noviembre de 2013

Para ser una persona

Hola a todos los lectores de mi blog ( a los dos ), hoy publico un artículo que me han mandado y me ha gustado, sobre todo las recomendaciones del final. El autor es el escritor Andrés Ibañez:


Hubo un momento, durante los noventa, en que pensé que nos aproximábamos al fin de la división en izquierdas y derechas. Ahora las cosas han cambiado mucho, y las viejas distinciones han regresado con más fuerza que nunca. Y sin embargo, sigo pensando que la distinción entre izquierda y derecha debería desaparecer de una vez, porque no hace más que confundir las cosas. Si examinamos el problema científicamente veremos que no existen las personas de izquierdas ni las de derechas, sino solo las personas. Y eso es lo que deberíamos intentar ser: personas, simplemente personas.
¿No estamos en medio de una crisis tremenda, en la que parece que todo se tambalea? Las ideas, los principios, hasta los que creíamos más sólidos y fundamentados, todo parece estar en entredicho. «Las cosas creídas durante tanto tiempo ya no pueden ser creídas», dice Yeats. Y la verdad es que ya nadie sabe en qué creer. Las creencias, los sistemas, los procedimientos, los truquillos que antes nos funcionaban, ya no nos funcionan. Podríamos pensar que quizá lo que sucede es que se han gastado de tanto usarlos. El siglo XIX fue un inmenso generador de ideas y de teorías. El siglo XX se dedicó a ponerlas todas en práctica, con los desastrosos resultados por todos conocidos. ¿No será que ya no necesitamos más ideas ni más teorías?
En estos tiempos de crisis profunda (económica, pero también social, cultural, política, jurídica, estética, ética) resulta curioso que no aparezca ni uno solo de esos grandes genios que brotaban en el siglo XIX como hongos. Pero quizá no surjan porque porque no pueden surgir. Quizá sea una gran suerte para nosotros que no surjan. No es con nuevas ideas y teorías como superaremos esta situación angustiosa. Lo que este momento nos dice es que las ideas y las teorías no nos salvarán, y que en realidad todos sabemos qué es lo que tenemos que hacer. Que no es otra cosa que intentar ser personas y comportarnos como personas. Creo, además, que sólo hay una manera de ser personas, y que las personas, las verdaderas personas, tienen unas características bastante definidas.
Primero debemos considerar que ser una persona es una tarea, no algo que se nos concede automáticamente. Y que ser una persona quiere decir construirse por dentro, hacerse un alma como el que se hace una casa. Debemos entender que nosotros no tenemos alma, sino que venimos a este mundo a construirnos un alma. Y que un alma solo se puede construir con la imaginación, con la felicidad, con el placer y, también, desde luego, con un cierto esfuerzo. Si comprendemos que el lenguaje del alma es el de la felicidad y el del amor, comprenderemos también fácilmente que para lograr construirnos una hermosa persona, una persona viva y que irradie vida, debemos ayudarnos unos a otros. No podremos ni comenzar la construcción de nuestra alma si no sentimos con intensidad este impulso de ayudar a los otros y ser bondadosos con los demás.
Los que todavía no tienen alma, los que son personas sin desarrollar, ven a los otros como
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obstáculos, o como enemigos, o quizá, como meras mercancías susceptibles de ser explotadas. El deseo de aprovecharse de los otros, la indiferencia ante el dolor ajeno, son la marca de la persona sin hacer. Muchos revisten esta dureza de sarcasmo, ironía o cualquier otra justificación venida de esta o aquella tendencia filosófica, política o económica.
Hemos de decir, por otra parte, que el deseo de ayudar a los otros y la capacidad de sentir el dolor de los otros como propio, no es algo que tenga nada que ver con la ética (hay éticas para todos los gustos), ni con la religión (las religiones pueden justificar casi cualquier cosa), ni tampoco con las ideas filosóficas o políticas. La bondad es individual, es personal, y surge de la existencia de un fuego en el interior del individuo. Este fuego se enciende cuando el individuo ha comenzado a construirse un alma y ha descubierto la belleza y la poesía que constituyen la verdadera raíz de la verdadera vida humana. Cuando uno siente esa poesía, desea que todos los demás también vivan en ella. No es posible sentir la vida humana como poesía y no desear extender esta poesía a los demás.
Para construirse un alma es necesario evitar, en un principio, tres cosas: actuar por provecho, por miedo o por impulso mecánico. Por provecho actúan los criminales. Por miedo, los esclavos. Por impulso mecánico, las máquinas. Nuestro trabajo es ser personas, no ser criminales, ni esclavos, ni autómatas. Existen criminales, esclavos y autómatas con toda clase de ideas, principios, éticas y religiones. En muchos casos, son estos principios, éticas y religiones las que sirven para sellar y justificar la crueldad y la mecanicidad.
Cuide su salud. Duerma lo suficiente. Perdone activamente a todos los que le han hecho daño. Deje de hacer las cosas que le quitan energía. Deje de quejarse. Haga algo con el cuerpo. Cante. Baile. Trate a los demás como desearía que le trataran a usted. Medite veinte minutos todos los días. Si no sabe meditar, aprenda a meditar. Usted es adicto a sustancias y a sensaciones. Prívese de una de ellas, por difícil que le resulte. Lávese de toda culpa. Esa carga que lleva sobre sus hombros no es necesaria, y no es suya. Haga cosas nuevas, cambie cosas en su vida, vacíe sus armarios, tire todas las cosas viejas. Las cosas nuevas refrescan la percepción, abren la capacidad de la sorpresa. Haga una lista de todas las personas que ha conocido en su vida, todas, absolutamente todas, y algo cambiará en su mundo. Tiene que trabajar en tres cosas: en limpiar el pasado, en el cuerpo y en la atención. La tarea es larga.
Pongo la atención en la respiración. Sin cambiar nada, sin forzar. Observo que después de la exhalación, hay unos instantes de pausa, de inmovilidad. En esos instantes, vivo sin respirar. Hay paz. Surge una presencia. ¿Quién es? Soy yo. Una persona.
Andrés Ibáñez, escritor. 

lunes, 11 de noviembre de 2013

El Terror

Estamos en el año 1845. Dos barcos de su Graciosa Majestad, el HMS Erebus y el HMS Terror, parten hacia el lejano norte desde Inglaterra. Su misión es descubrir y cartografiar el paso del Noroeste, un paso desde el océano Atlántico hasta el Pacífico por el norte. Este esquivo paso jamás ha sido encontrado hasta ese momento pero su hallazgo traería al Imperio enormes ventajas comerciales.
Con Sir John Franklin al mando y 127 personas más, la expedición abandona Inglaterra el 18 de mayo. A principios de agosto dos balleneros ven a los barcos por última vez en la bahía de Baffin.
Nunca más nadie los volvió a ver navegando ni a sus ocupantes con vida.




En los siguientes años se mandaron al Ártico varias expediciones de rescate sin ningún éxito. Tanto el Almirantazgo como la propia mujer de Franklin sufragan intentos de encontrarlos en viajes por mar y por tierra. Incluso hoy en día se siguen buscando los restos de estos dos barcos y sus tripulantes. Su suerte es un apasionante misterio todavía por resolver.
Se han ido encontrando pistas: los inuit de la zona, a través de relatos orales contados de generación en generación hablan de hombres blancos muriendo de hambre, de enfermedades, de frío, hablan de canibalismo. En un montículo de piedras se encontró un mensaje, escrito por Franklin, que habla de los dos barcos atrapados en el hielo durante año y medio. Que la tripulación abandonó los barcos y trato de regresar a pie. Se han hallado objetos, esqueletos, tumbas. ( si queréis ver los cuerpos de algunos marineros encontrados allí...http://www.documentingreality.com/forum/f237/franklin-expedition-bodies-27261/). Pero nadie sabe exactamente que pasó y como unos experimentados exploradores con los mejores medios del momento fueron incapaces de sobrevivir.
Hasta aquí los hecho históricos. ¿y el libro... de que va? Pues el libro es un relato novelado de lo que pudo pasar en esos años en que los dos barcos estuvieron atrapados en el hielo, con meses de oscuridad perpetua, frío, mucho frío, viendo que sus provisiones se iban agotando y sus esperanzas de sobrevivir esfumando y además... además algo infernal les acecha en el hielo y va acabando con ellos uno a uno.



El relato es agobiante, muy bien documentado sobre las condiciones en el Ártico y en esos barcos. Tiene un toque de fantasía, que para mi está bien, aunque habrá quien no le guste.
Aviso que la lectura no es fácil, el libro es extenso y tiene partes muy descriptivas que se pueden hacer pesadas. A cambio ofrece una atmósfera opresiva, te mete el frío y el hambre en los huesos y te hace morderte las uñas de agobio y tensión. A mi me ha enganchado totalmente. La historia, tanto la real como la parte novelada, me parece apasionante.
Como curiosidad os diré que el paso del Noroeste quedó abierto al tráfico marítimo y libre de hielo por primera vez en 2007, debido a la calentamiento del Polo Norte.
El autor es Dan Simmons. Ha escrito varias novelas de ciencia ficción, entre ellas Hyperion, considerada por los aficionados al género como una de las mejores.
Así que si te apetece este libro, cógete una buena manta, una cesta llena de provisiones y deja que "El Terror" entre en tu imaginación.